lunes, 24 de octubre de 2011

El apoyo 1ª Parte

¡Hola! 
Son ya muchas las compañeras y alumnas que me han pedido que hable sobre el apoyo en el canto lírico, así que voy a intentar explicar lo más sencillamente posible en varias entradas lo que he experimentado sobre este tema y el uso que hago hoy por hoy del apoyo.
Si os surgen preguntas, no dejéis de mandarlas, nos ayudarán a todos, y no perdáis nunca de vista que lo que no se pregunta ¡es siempre información perdida! Y en estos temas es muy importante aprender a verbalizar que es lo que hacemos al usar el aire, algo muy dificil de contar, pues hay que estudiarse y reflexionar mucho.
Os quiero dar un primer acercamiento con una reflexión sobre como usamos el aire en el día a día.
En muchas cosas cotidianas de la vida, nos apoyamos en el aire para acometer multitud de actos de naturaleza muy variada. Tan importante es el aire que respiramos.
Nos apoyamos en el aire para levantar cualquier tipo de peso: una pila de platos, unos libros pesados… nos apoyamos en el aire recién respirado para darnos la vuelta en la cama mientras dormimos, nos apoyamos en el aire para levantar en brazos a un niño pequeño, o al llamarlo en voz alta cuando queremos atraer su atención… asi que también nos apoyamos en el aire para gritar y por supuesto para hablar.
En todos estos casos, si observamos nuestro comportamiento, veremos que inspiramos, retenemos el aire con naturalidadflexibilidad y hacemos presión hacia fuera con nuestros músculos abdominales antes de coger esos libros de Ken Follet que pesan tanto.  Esto es: nos apoyamos en el aire que acabamos de almacenar. Y lo hacemos automáticamente, sin siquiera pensarlo. Dependiendo del esfuerzo que debamos realizar, este apoyo será más o menos concentrado, no es lo mismo coger la partitura de “Zaide” que la de “La finta semplice”, por poner un ejemplo muy exagerado y no digamos si lo que tenemos que levantar es un precioso bebe de 4 años que come de maravilla… Luego el aire que necesitaremos para coger el peso, sostenerlo y desplazarnos con él variará según la actividad que realicemos.
Otro ejemplo que para mi resultó revelador fue la recomendación médica de hinchar globos cuando me fisuré una costilla en los ensayos del Rigoletto del Teatro Real en el año 2001, para que no se me encharcaran los pulmones. Respirar dolía mucho y respirar para cantar muchisimo más, asi que para que no te duela no respiras a fondo, y corres riesgo de que tus pulmones se encharquen.  No sabía este médico que cantar la Gilda día si, día no, es el mejor remedio contra el peligro de encharcamiento pulmonar, ¡¡jajajaja!!
La cuestión fue que al hinchar el primer globo me di cuenta de que el mecanismo es exacto al del canto, al de los oboeistas, trompas, trompetistas…
Los instrumentistas de viento usan el aire del mismo modo que los cantantes, ¡aunque con una salvedad importantísima! , ellos usan el aire con una flexibilidad ejemplar, porque si no lo hicieran asi, sus instrumentos simplemente no sonarian. Una voz suena siempre, incluso si usamos el aire por la fuerza y bien apretadito. No suena bien, pero suena. 
Para inflar un globo, también nos hemos de apoyar en el aire: inspiramos y mientras nos colocamos el extremo del globo en la boca, estamos, inconscientemente, reteniendo el aire (haciendolo esperar dentro del cuerpo unas décimas de segundo antes de usarlo) y mientras calculamos la fuerza del soplido que necesitamos para inflar el globo, nuestros músculos abdominales se ponen en la tensión justa para que cuando soplemos, salga el aire justo y no más, so pena de no poderlo meter “dentro” del globito. Mientras soplamos llenando el globo, los músculos abdominales experimentan un empuje HACIA FUERA, para dirigir la columna de aire dentro del globo. Hay globos muy fáciles de hinchar que con muy poca presión muscular lucen estupendos en muy pocos segundos; esos requieren que nuestro apoyo en el aire sea menor. Pero esos que cuestan tanto de hinchar nos reclaman un apoyo y un uso de la musculatura mucho más intenso.
Puede parecer ridícula la expresión "apoyarse en el aire", pues es fácil pensar que uno sólo se puede apoyar en cosas sólidas, sin embargo hay otra actividad en la que nos apoyamos en algo que en principio parece imposible: los nadadores, al nadar, se apoyan en el agua para avanzar y sacar la cabeza para respirar. El movimiento de los brazos no sólo desplaza el agua hacia atrás...
Por otro lado, no se puede separar la cuestión del apoyo de todo lo demás. Aunque apoyemos bien un sonido la partida no está ganada. Puede ser que ese sonido bien apoyado esté anclado en la garganta, o esté desafinado, o suene estrecho o chafado.... El del canto es un puzzle que tiene mil piezas que dependen unas de otras.  Por eso es tan dificil enseñarlo, comprenderlo y sobretodo verbalizarlo.
Me vienen muchos ejemplos a la mente que no puedo escribir aquí... Hay que oirlos.
En mi experiencia personal, ha sido a través del oído y de la búsqueda de la altura del sonido que he experimentado el apoyo justo al cantar. No es entonces primordial el apoyo, sino que toda la estructura del canto se pone en marcha cuando todas las piezas están en su sitio justo. ¿Cuáles son estas piezas del puzzle? Aqui van las básicas que están todas interrelacionadas.
1.             Relajación
 activa
2.             Inspiración baja o abdominal (la del sueño)
3.             Elevación del paladar y apertura de las fosas nasales (la famosa sonrisa interior. Ojo, INTERIOR, no se refleja en la cara)
4.             Altura del sonido. Buscar un espacio muy alto para fonar, bien lejos de las sensaciones en cuello, garganta o nariz. ¡Es aún más arriba! Como si el sonido se produjera por encima de nuestra propia cabeza
5.             Emisión relajada, sin golpear el sonido. Emisión "sul fiato". Como si le tuvieramos un cariño inmenso al sonido. Sonido aterciopelado desde el principio
6.             Emisión HACIA AFUERA, HACIA ADELANTE. Con el aire flexible. Confiad; con el aire más suelto tambien se puede cantar, incluso mucho mejor. La voz con el aire flexible no pesa.
7.             Y la mejor: todo esto sólo se puede hacer con el apoyo justo. ¿Que quiero decir con esto? Que si buscamos un canto flexible emitido con cuidado y con la altura justa y hacia afuera, el resorte del apoyo se pone en marcha solo y en su justa medida, porque si lo forzamos ya no será un canto flexible ni flotante y perderá la altura.
Ya al inspirar, los puntos 1, 2, 3 y 4 deben estar ahí. Y además de estas cuestiones está la de buscar la afinación escrupulosamente, como si fueramos un violinista. Cuando digo afinación no me refiero a ese sonido que  se aproxima al tono deseado, sino a un sonido que indiscutiblemente suena como cuando tocamos la tecla del piano. Y una altura de sonido correcta es la clave de la afinación. Os lo aseguro. A mi me ha costado muchas horas de trabajo y esfuerzo descubrir que SE PUEDE cantar más arriba y lo más curioso es que encima es más fácil.
Hechas todas estas reflexiones, os recomiendo que os fijéis en vuestros movimientos y que os compreis unos globos para comprobar en primera persona lo que os he contado.
Lo siguiente que os sugiero es tomar un sonido cómodo y probar a ver hasta donde lo podeis mover hacia arriba. Ojo, hablo de la posición del sonido , ¿eh? bien alto. Conforme vayais notando diferencias, os iréis guiando vosotros mismos, por eso digo que el oido es muy importante. Un sonido que está muy alto es más brillante y aparentemente más claro (aparentemente) es mucho más cómodo y resuena verdaderamente en las cavidades altas. Además corre por la sala como un láser.
Probad a emitir sin golpear el sonido, inspirad, imaginad un punto a un metro de distancia de vosotros y poned vuestra nota alli. Con suavidad, con cariño. Haced un ataque que no lo sea. "Atacar un sonido" suena ya como algo rudo y duro... prefiero el verbo emitir.
Buscad una frase cómoda que no hayais cantado nunca y probad todas estas cosas. No ha de ser un aria, sólo una frase de un lied, o de un dúo... lo importante es que no la hayais cantado nunca para que la memoria muscular no os domine.
El canto debe estar adelante, afuera y con el apoyo y el espacio justos. ¡Casi nada!
Bueno, creo que para una primera tanda no está mal.... espero vuestros comentarios o preguntas...

¡Gracias por deteneros un ratito en mi blog!
¡Hasta pronto!






viernes, 21 de octubre de 2011

Anécdotas de Ópera ¡Qué terrible pasar una escena entera en un saco!

Cantando el Caro Nome, año 1991


¡¡Hola a tod@s!!


A petición, voy a contar otra anécdota ocurrida en Rigoletto (como no, tengo varias) en la producción que hacíamos en la decada de los 90 en Zürich. Ya os he contado lo del auto-rapto, y aunque esa es insuperable, en una ocasión en que cantaba con Juan Pons (gran amigo y gran artista), pasé uno de los momentos más desagradables que recuerdo dentro del inevitable saco de Sparafucile.
En aquella producción, aún tenían la deferencia para con el autor y los artistas de hacer una pausa entre el segundo y tercer actos. Recuerdo que era una función donde hacía más calor del normal, pues yo, que nunca sudo, aquel día hube de ser retocada de peluquería y maquillaje varias veces.
Se abre el telón, y (ah, me estoy acordando de otra anécdota acaecida en el teatro de Lieja, jajajajajja, os la cuento otro día) salimos de la barca, primero Juan (¿os he dicho que es un gran caballero tambien en la escena?) que me daba la mano y luego yo. Cantamos la primera escena y el famoso cuarteto y despues, Gilda sale de escena. En general, en este punto, todas las Gildas se cambian de ropa, se ponen el traje de hombre que siempre nos queda pintiparado y se ofrecen al sacrificio un poco más tarde.
En esta producción, Gilda no se cambiaba, puesto que no tiene ninguna intención de partir hacia Verona como le ordena su padre, ¿para qué vestirse de hombre?. Como digo, no había ese cambio de vestuario histérico habitual con dos ayudadoras y peluquera. Aqui solo había necesidad de la peluquera pues la peluca, con tanto sudar se me había despegado. Entre bambalinas, Gisela, la peluquera, me volvió a sujetar con horquillas (horquillones diría yo, allí usan unos ganchos fenomenales) la peluca y me la volvió a encolar. Hasta aqui, nada del otro mundo, ni siquiera te da tiempo de ir al camerino o de ir al baño a menos que tengas la suerte de que haya uno en ese lado del escenario; como mucho un trago de coca-cola si alguien se acuerda de traértela o la has pedido tu.
Despues de tantos años de usar pelucas (más de 20), a mi me gusta llevarlas bien apretaditas, agarradas con buenos ganchos y bien encoladas. Es la única manera para mi, de sentir como si no la llevara. Si tengo que estar pendiente de que se soltó, se movió, esta floja o lo que sea relacionado con ella, mi personaje se resiente y mi concentración se va a cosas mundanas. Asi que ya os imaginais qué bien me recolocaron la peluca teniendo en cuenta que me iban a zarandear, apuñalar, meterme en un saco, arrastrarme por el suelo.....lo clásico.
Mi Sparafucile aquel dia era un tio fuertote, no recuerdo su nombre, pero era muy, muy alto y fuerte.
Volví a entrar y canté el trio, toqué a la puerta, abrieron, entré y a la vista del público, entre relámpagos y destellos varios, me clavaron un cuchillo retráctil me dejé caer y me dejaron sobre una arpillera extendida en el suelo que luego echaron sobre mi y cerraron con un velcro que la recorria de arriba a bajo. Lo que se dice un saco talla única. El mejor en el que he estado.
Me arrastraron hasta la posición correcta y ahí me quedé el resto de la escena de la tormenta y la entrada de Rigoletto. Cuando tocó a la puerta, se desarrolló el dialogo habitual:
Sparafucile: Chi è la?
Rigoletto: Son ío.
Sparafucile: Sostate.
Aquí la orquesta ataca una nota muy larga, tan larga como sea necesario para sacar el saco y dejarlo en el suelo. Me empezó a arrastrar Sparafucile hasta la posición convenida, pero a mitad de camino se le escapó el saco de las manos. El saco se cogía por la parte de la cabeza, me arrastraban de espaldas al público aprovechando la pendiente del escenario, luego se daba una vuelta y me dejaban con la cabeza hacia arriba y los pies cerca del foso, casi en perpendicular al foso. Asi, al salir del saco e incorporarme, mi cabeza miraba directamente al maestro Santi.
Como digo, a Sparafucile se le escapó el saco de las manos. Consciente de que lo que tenia entre manos era mi cabeza, actuó con rapidez y lo recogió en el aire antes de que llegara a tocar el suelo bruscamente. ¿Os he dicho que era un hombretón? Mi cabeza estaba muy lejos del suelo mientras me arrastraba. Gracias a eso me libré de partirme el cráneo contra el piso. (O partir el piso con el cráneo....)
De lo que no me libré puesto que la Gilda en esa producción no lleva el pelo metido en ningun gorro de caballero fué de que al retomar el saco de cualquier manera y con cierta violencia, agarró tambien el pelo arrancándome de cuajo una peluca recién colocada apenas media hora antes. Saltó todo: ganchos, ganchitos, cola.... y por supuesto se me saltaron las lágrimas. ¡Cómo me dolió! Mientras ellos discutían sobre la conveniencia de tirarme al rio o no, yo lloraba a mares dentro del saco sin poderme llevar las manos a la cabeza. Pasada la primera reacción, conseguí serenarme, pues en nada iba a tener que salir del saco y cantar el gran dúo final.
Me picaban los ojos...me dolía la cabeza.... y Juan abrió el saco.
Tenía toda la pintura corrida, los ojos llorosos y churretes negros pintando mis mejillas y la peluca casi arrancada de cuajo. Me colgaba de un lado. Con sus inmensas manos, Juan intentaba taparme la cabeza para que no se viera el estropicio, pero cantar con una cosa colgando del lado izquierdo que se balanceaba todo el tiempo no era cómodo, asi que estiré la mano y me la quité, y la tiré a un lado. Me quedé con mi pelo, entonces largo enrollado en los típicos caracolillos y con la cinta que me ponen para sujetar los ganchos de la peluca a la cabeza.
Cantamos el dúo y por primera vez me morí de gusto de haber terminado por fin.
Las excusas del pobre Sparafucile llegaron en varios idiomas, y cuando me vi el careto en el espejo del camerino, me eché a reír... y es que ¡tenia la cara casi negra! En aquella época te pintaban como una puerta, ¡jajajajajajja!
Y así es como pasé un rato bien amargo dentro de un saco, donde por otro lado, se respira mal, hace calor y se oye mal a la orquesta.

¡Besos a tod@s y hasta muy pronto!

De Izq. a dcha. Juan Pons, Isabel Rey, Boiko Zvetanov, Stefania Kaluza, A. Pereira
Final del Rigoletto 1992


PS. Si comentais, decidme quien sois o si os conozco. Me llegan la mayoría de los mensajes anónimos. Podéis identificaros haciendo clic en la casilla

miércoles, 19 de octubre de 2011

Rutinas antes de la función. Vida de cantante

El ritual de un cantante ante la función del día es muy variado; hay que levantarse tarde, o al menos intentarlo, pasar el día lo más tranquilo posible (un paseíto por la mañana si el clima lo permite) y comer tarde y muy bien: hidratos, proteínas, vegetales, fruta... 
Durante muchos años comí exclusivamente pasta blanca con queso parmesano y aceite de oliva virgen. Pero realmente afronto mejor la función si hago una comida completa. Muchos colegas comen un poco más temprano y duermen siesta, yo solo lo hago así si he pasado muy mala noche y me he despertado temprano (antes de las 9). Lo que si procuro es hablar poco, en unas horas le voy a pedir un esfuerzo notable a mis cuerdas, así que un poco de cariño no les sentará mal..
Cuando llega la hora de ir al teatro, escojo un conjunto bonito y me arreglo un poco. Muchas veces hay sorpresas después de la función: alguna cena con un sponsor, una visita que no esperabas, una invitación del teatro o de un colega... ir bien vestido al teatro para mi es algo imprescindible, forma parte de la profesión. 
Hay quien llega dos horas y media antes al teatro y se canta y re-canta toda la ópera sin descanso varias veces en el camerino hasta casi su salida a escena. 
Hay quien a punto de salir, se echa a correr y a subir y bajar todas las escaleras que encuentra mientras aprovecha para dar el "In bocca al lupo" a todos los colegas. 
Hay quien llega al teatro con el tiempo justo para maquillarse y salir, sin duda vienen vocalizados de casa. 
Hay quien, sabiendo que entra en el minuto 20 de la segunda parte, llega al teatro bien entrado ya el primer acto. 
Hay quien se lía a hacer abdominales antes de salir...en fin, todos hacemos nuestras cosas. 
Yo llego siempre una hora y media antes al teatro, sea cual sea la hora a la que sale mi personaje a escena, pues me inquieta estar en casa cuando la función ya ha empezado. Lo primero que hago es ponerme mi kimono de maquillaje, abrir la partitura y ponerla sobre el piano, y la tercera cosa que hago es maquillarme. El maquillaje me relaja muchísimo, demasiado incluso. Si cantara antes de maquillarme, esa relajación me obligaría a empezar todo de cero de nuevo: ¡a veces me llego a dormir!
Tras el maquillaje, aproximadamente una hora antes de la función, empiezo a repasar las frases más cómodas y poco a poco voy buscando las de más dificultad. Luego vuelvo al inicio del rol y paso en detalle la primera escena que voy a cantar.
Media hora antes de la función me visto, aunque si el vestuario tiene corsé, me lo pongo una hora antes de empezar, para trabajar las frases ya con las "apreturas" y habituarme a la "movilidad" del traje. Si es una ópera con dificultades escénicas (por escenografía complicada, por traje gigantesco o muy pesado o por movimientos difíciles para cantar) reservo diez minutos para ir al escenario y comprobar que las cosas están en su sitio o para practicar o recordar cualquier detalle.
Vuelvo al camerino y practico de nuevo las primeras frases, aquello de "el que empieza bien empieza dos veces" es la pura verdad.
¡Aviso de inicio! Repaso a la peluca, al maquillaje...y ¡a disfrutar! Por algún motivo que viene conmigo desde la cuna, no me pongo nerviosa antes de empezar, no hay "trac", ni susto, ni "¿qué hago aquí?", los que me conocen saben que es cierto y es muy práctico, sales con los cinco sentidos alerta naturalmente. 
Siempre he procurado no tener más "muletas" de las necesarias a la hora de salir al escenario, ningún ritual-de-buena suerte; si por las cosas de la vida no pudiera tener a mano las cosas sin las que no puedo ponerme a cantar.... ¿que haría? No tomo caramelos, tuve una mala experiencia la primera vez que tomé uno al inicio de mi carrera y no los uso. No uso pastillas de perborato para tener la boca ensalivada... es una profesión perfecta para ello y entiendo perfectamente a quien los tiene, pero yo no tengo fetiches. Además ocupan espacio en la maleta y a mi siempre me falta espacio en la maleta para poner cosas...
En cuanto el personaje lo permite vuelvo al camerino y retomo mi partitura. Si ha habido errores o dudas musicales, las reviso automáticamente. Si ha habido una nota "tonta" la repaso igualmente, si ha habido algún pasaje con el que no estoy satisfecha, lo anoto para estudiarlo mañana.
Bebo coca-cola, es la bebida perfecta para mi en la función, eso si, con todo: gas, cafeína, azúcar....bien fría..., me repone muchísimo. Si no tengo otra pausa antes del intermedio, bajo a la cantina a buscar un bocadillo si no me he traído uno de casa y vuelvo al camerino a repasar las frases de la escena siguiente... me gusta repasar las cosas justo antes de salir, así las tengo más fresquitas. Se puede decir que canto la ópera mínimo dos veces: una en el camerino y otra con la orquesta.
En la pausa doy cuenta del bocadillo. Cuando era más jovencilla no lo necesitaba, los roles eran más ligeros y con la coca-cola tenía suficiente, pero con óperas como Masnadieri, Faust, Königskinder, Dialogues, Boccanegra.... ¡hay que reponer hidratos y proteínas!
La pausa SIEMPRE es demasiado corta. Visita al baño, retocar maquillaje y peluquería, cambiarse de vestuario, repasar la segunda parte, alguna visita que tengas.... ¡me causa más estrés la pausa que la función! 
A veces el rol que cantas tiene muchos ratos muertos en el camerino; en esos casos ocupas el tiempo o bien quedándote en escena a ver a tus colegas, o en el camerino haciendo algo. Yo suelo quedarme en el camerino. No puedo leer, pues cuando leo me vuelvo sorda y no me entero si me llaman a escena, así que hago labores; punto de cruz, patchwork, o juego con los zombies y las plantas o con los angry birds. Cantar demasiado en el camerino tampoco es bueno, así que una vez repasado lo próximo a cantar en escena prefiero coser, da mucha paz y es creativo. 
En algunos camerinos hay tentadores sofás o divanes o chaise-longes, ¡incluso camitas plegables! Yo los evito, proponen un relajo prematuro... las segundas partes en general son muy potentes y hay que estar en pleno uso de energía y a tope de motivación, un ratito tumbada le daría el mensaje incorrecto a mi cerebro. 
Este es el motivo por el que los cantantes somos dormilones. Se supone que hemos de dar lo mejor de nuestra capacidad en las horas en las que ya ha oscurecido y el cuerpo y el cerebro se preparan para la noche bombardeando de Melatonina al cuerpo. Los biorritmos están en fase descendente. Así que hemos de desplazar la jornada unas cuantas horas para contrarrestar los efectos de nuestro reloj biológico. 
Hemos pasado semanas ensayando por las mañanas, y terminando por las tardes precisamente a la hora a la que empieza la función. Y en 24 horas hay que darle la vuelta a la tortilla. Si además estás cantando una ópera mientras ensayas otra (algo muy común en los teatros de repertorio) la cosa se hace doblemente difícil; a ver, situarse: has terminado la función a media noche, atiendes a los posibles amigos que hayan venido a verte, cambiate, desmaquíllate, dúchate y firma algunos autógrafos, a veces hay cena tras la función, a veces no, así que al llegar a casa comes alguna cosilla... te acuestas y te habrás quedado dormido más o menos tarde y antes de que el cuerpo haya descansado lo necesario (y justo) debes ponerte el despertador para estar a tope en el ensayo de las 10.00 de la mañana siguiente.
Cantar y ensayar es un ejercicio agotador: es como correr. Es aeróbico, requiere una gran concentración que se debe repartir entre pensar cómo cantas y ponerte al servicio de tu director de escena y de tus colegas para avanzar en las escenas y hacer el mejor personaje posible. Es como un entrenamiento: cuanto mejor lo hagas, mejor será la función.
La vida del cantante de ópera es la de un atleta en todos los sentidos, en el físico y en el intelectual. ¡Claro que somos dormilones! ¡Jajajajaja! ¡Qué remedio!

Gracias por vuestro tiempo, ¡saludos!.


martes, 18 de octubre de 2011

Un poco de poesía...



¡Hola a tod@s!
Gracias por vuestros ánimos para que siga con las anécdotas, estoy en ello, haciendo una lista conforme las voy recordando para irlas contando con todo detalle.
Pero hoy me he despertado un poco melancólica, así que os dejo con una de las poesías de mi libro "Del amor y de la vida", por si alguno de vosotros está en sintonía.
¡Que paséis un buen día!




Fantasmas del pasado suspendidos
en el limbo de inmóvil calma del Tiempo,   
a su inexorable  paso ajenos;
volved ahora a mi maltrecha memoria
con sutiles susurros a rescatar
                   aquellos momentos que nunca quise olvidar.

Recuerdos despechados que os vengáis
en la lujosa irrealidad de los sueños,
del alma indefensa conscientes;
permaneced ahora del alba al ocaso
conmigo, en nueva alianza con el Tiempo 
vibrantes momentos que nunca pude olvidar.

domingo, 16 de octubre de 2011

Anécdotas de ópera

En esto de la ópera nos pasan muchas cosas divertidas. La mayoría de las veces suceden en los ensayos, donde estamos casi siempre más relajados que en escena y donde a base de repetir las escenas para fijarlas o para montarlas, se dan situaciones muy graciosas....
...O no tanto…recuerdo con horror que una vez en Las Palmas ensayando un Falstaff que ponía en escena Del Monaco, en medio del último acto, subida a un arbol donde cantaba el aria de la Nannetta, descubrí que tenía vértigo y fui incapaz de bajar de alli por mucho rato. Tuvo que subir Carlos Alvarez a buscarme para ayudarme a bajar por una escalerilla donde solo cabia una persona, por una escalerilla donde no se veían los escalones, por la que había que bajar de espaldas y donde además estaba oscuro como boca de lobo. Tuve que hacer ensayos extras para ser capaz de bajar a pesar del miedo y luego a pesar del traje, que tenia doscientas sobrefaldas muy pesadas y que pesaba un mundo.
Pero lo normal es que la cosa sea divertida. Y en escena es donde más divertida es si se da el caso de que surja un imprevisto del tipo “el cantante no aparece y le toca salir”,o “ostras, falta el espejo de tres metros por dos que debería estar apoyado en esta pared”,o “la cantante, que no domina el idioma en el que canta dice una palabra en vez de otra y el resultado es descacharrante”, etc
Asi que voy a abrir la sección anécdotas, porque en estos añitos de profesión me han ocurrido unas cuantas. Algunas tan buenas de no poder ni seguir cantando. La mayoría ponen a prueba tu ingenio y tu concentración. Cuando hay anécdotas, la función se vuelve gloriosa. A veces el público no se da cuenta, pero cuando lo hace….¡que dificil es seguir cantando!
Pensaba seguir un orden cronológico, pero es imposible, son demasiadas y no tengo buena memoria para las fechas.  Pero os voy a contar una de las mil que me han sucedido cantando Rigoletto. 
A principios de los 90 estaba haciendo mi tercera producción de Rigoletto en Zurich. En la escena del rapto de Gilda la escenografía representaba un patio que tenía una escalera que subía a las habitaciones de la casa. Yo subía la escalera durante el Caro Nome y me iba adentro cerrando la puerta tras de mi. Al poco, entraba uno de mis raptores con los señores del coro, subía la escalera y tocaba a la puerta. Giovanna, la cuidadora, salía, recibía su segundo soborno y entraba. A partir de ahí la escena seguía del siguiente modo: yo salía creyendo que mi padre había vuelto y mirando hacia la escalera y no veía que mi asaltante se escondía a mi izquierda, pegado a la pared que estaba en sombras. Al darle la espalda, él me ponía un pañuelo en la boca y me empujaba haciéndome bajar las escaleras, donde esperaba un fornido señor del coro que me cargaba a la espalda y se me llevaba a toda prisa. Esta escena hay que hacerla en el tiempo exacto que la música marca y es imprescindible estar fuera de la escena para cantar "Soccorso, padre mío". Y eso era lo que sucedía toodas las noches.
Pero hubo una.... 
Mi raptor llevaba una capa. 
Y de la pared donde se ocultaba por un segundo colgaba una preciosa enredadera de plástico. 
Yo salí, miré la escalera y sentí, como todas las noches, que una mano me tapaba la boca con un pañuelo. Para hacerlo más realista, sin que fuera una indicación que hubiera recibido del director de escena, yo me llevaba la mano a la boca para intentar zafarme de la suya y del pañuelo. De repente sentí que la mano de mi amigo Martin Zysset, se retiraba y me dejaba a mi sola la labor de sujetarme el pañuelo para evitar que gritara. Extrañada, me volví y vi a mi raptor y amigo atrapado en la enredadera y luchando como un loco con ella para seguir con la escena. Pero no podía liberarse y la música seguía andando así que empecé a bajar la escalera yo sola, sujetándome el pañuelo en la boca y mirando con terror repetidamente hacia atrás como huyendo del espantoso ataque de la enredadera de plástico, como si huyera del miedo que me daba el tipo y su lucha con la planta. Mientras bajaba la escalera, veía al apuntador dándose golpes con el techo de la concha del ataque de risa que tenía.... Llegué a mi portador que me agarró y a carcajadas nos fuimos del escenario. Casi no pude cantar mi frase entre bastidores, y la anécdota es legendaria en el teatro.
¡¡Ah! ¡¡Por supuesto, la enredadera no volvió a aparecer nunca más en aquella pared!!
Bueno, os dejo con ganas para que volváis a por más.

Rigoletto 1991. Nello Santi, Leo Nucci, Isabel Rey, Salvatore Fisichella, Stefania Kaluza, Guido Götzen

¡¡Saludos!!

viernes, 7 de octubre de 2011

Desconectada del mundo durante una semana. Maldivas.

Esta foto no es mía, pero os hacéis idea del tamaño de un tiburón ballena.


¡Hola de nuevo!
¿Que tal os ha ido estos días? Os he tenido un poco abandonados porque he estado una semana de vacaciones en el paraíso. Si, allí mismo, en las Maldivas. Aquí al lado tengo una foto, pero ya colgaré algunas de este súper viaje que terminará esta tarde allá sobre las 19.40 hora canaria. Un viaje de 24 horas. No es nada cuando pienso en que durante siete noches y ocho días, no he llevado zapatos, ni zapatillas, ni calcetines. Lo único que le he puesto a mis pies han sido unas aletas tres veces al día para bucear.
Nada de móvil, nada de Internet, nada de frío, casi nada de español y mucho de maldiviano, inglés y japonés. Y es que el crucero que elegimos era principalmente para buceadores japoneses, aunque no lo sabíamos. Ahora entiendo por que viajan en grupo, les pasa como a la mayoría de españoles, hablan poco inglés y con un acento fuerte que hace difícil el entenderles-entendernos. Después de la sorpresa, debo decir que ha sido un crucero de buceo infinitamente mejor que el de hace dos años, donde éramos todos europeos y mucho más caóticos. Nos han tratado de maravilla, he aprendido algunas palabras nuevas (mi asignatura pendiente es aprender japonés) y la organización ha sido exquisita. Love japanese people!
El viaje es largo, canté en Valencia el 27 de septiembre y el 28 nos dimos un tremendo madrugón mi hombre y yo para tomar el ave hasta Madrid, y tomar el vuelo de las 8.45h Madrid -Male con Qatar airlines. Son siete horitas de nada, en la mejor economy class en la que he estado. Pantalla individual con todo el cine que quieras a la hora que quieras, juegos....Muy entretenido. Luego tuvimos que esperar cinco horas en Doha y eso si fue pesado. Pero a la que te embarcan rumbo a Male, ¡se te mete una alegría en el cuerpo que no os cuento! Además llegamos el día 29, que era el cumple de mi chico. Un regalazo. ¡Ya le he pedido uno igual para mi el próximo marzo!
Primero fuimos a un Resort, que es como llaman allí a los hoteles que están en cada isla. Nuestra isla se llamaba FIHALHOHI, y tenía un arrecife pegado a la playa que era impresionante, con luz solar directa, con lo que los colores son aún más bonitos. Conforme te sumerges, se pierden los rojos, rosas, violetas...¡¡Es increíble la cantidad de colorines que tiene el coral vivo!! Playas de arenas que parecen de harina por lo blancas y por lo suaves, que no se calientan nunca porque son el resultado de los millones de mordiscos que los peces le han dado al coral al comerlo....y excretarlo durante muuuuucho tiempo.


La playita de Fihalhohi

De la isla pasamos tras dos días de paz, sol y jet-lag al crucero. El Blue Shark II, es un barco de 14 camarotes estupendos con dos cubiertas inmensas y un aire acondicionado en las cabinas de-li-cio-so. El ritmo ha sido de tres inmersiones al día. La primera a las 6.30 de la mañana... Me he levantado a las 6 durante una semana entera y me he acostado "destrosá" a las 20.00 ya para dormir la noche, toda la semana. 
Inmersión de 45-50 minutos a las 6.30, con un café con leche en el cuerpo y unas galletas. De vuelta al barco, desayuno medio europeo, medio japonés, pues ellos se desayunan con arroz blanco y verduritas, huevos, fruta...en fin, distinto que nosotros. Yo, por mi parte, he seguido un régimen de huevos fritos (2), dos pancakes con mantequilla y mermelada, tostadita (1), zumo, a veces coca-cola, pues el café era flojito...
BUCEAR DA MUCHA HAMBREEEE!!


Blue Shark II

A las 9 y pico de nuevo al Dhoni, que es el barco típico maldiviano donde esta todo el equipo de submarinismo y los aparatos para recargar las botellas de aire, y ¡segunda inmersión! Al salir, a eso de las 13.00, hora de comer, un poco más ligero esta vez porque a las 14.30 la última inmersión del día. A la salida, té con galletas durante la puesta de sol que es la otra maravilla maldiviana y que tiene lugar a las siete y despues, sobre las 19.10 hora de cenar. ¡Y a las 20.30 al sobre y así toda una semana!Muy intenso.
Hemos visto tiburones grises, de punta blanca, hubo un día que nos vimos en el medio de una bandada de pececitos chiquititos muy brillantes que estaban siendo comidos por otra bandada de atunes que se movían tan aprisa que era casi imposible capturarlos con la cámara de fotos, hemos visto peces napoleón, que son hermosísimos y gigantescos, aunque menos que los tiburones ballena junto a los que he nadado tan cerca que tenía que hacer verdaderos esfuerzos para no rozarlos, he fotografiado infinidad de peces payaso defendiendo sus crías y sus anémonas con una fiereza divertidisima, morenas de muchas clases, he nadado con una bandada de mantas, he ligado con peces murciélago, (su nombre en inglés es más chulo, "Batfish") que son muy curiosos y se ponen a nadar contigo y te siguen o se te cruzan por delante...jejeje, ¡¡muy simpáticos!!


Batfish

Y como no todo podía ser bonito, una semana entera a dieta de guisos cocinados con aceite de palma, ha dado su fruto: ¡¡me he llenado de granitos, como si tuviera 14 años otra vez!! Horroroso, jajajajajajjaja!! Menos mal que tampoco he tenido mucho tiempo para mirarme al espejo, los acabo de ver ahora, en el baño del aeropuerto, ¡en fin!. Además el plancton se me ha comido viva, a los maldivianos no les pica, como tienen la piel tan oscura...ni a los japoneses, que iban todos con trajes de manga y pata larga. 
A mi me extrañaba, pues son unas aguas súper cálidas, a 30 metros de profundidad el agua está a 29 grados centígrados, te podrías tirar en bikini si no fuera porque el material del chaleco que lleva la botella de aire es tan requete tieso. Tengo marcas rojas que pican horriblemente de rodilla para abajo, en brazos y cuello, o sea todo lo que no tapaba el traje. Y si te rascas, los habones que se te forman dan miedo.
Bueno, que os dejo ya. Ha sido una maravilla y ya os iré contando como es la sensación de tirarse al agua y volverte ingrávido, de lo maravilloso que es el mundo submarino y de lo poco que lo conocemos en España. ¡¡También quedo pendiente de poneros mis fotos!!
¡Un gran abrazo a tod@s!