Königskinder Isabel Rey |
¡Hola de nuevo!
En los años en los que
hacía el repertorio ligero, había ciertas óperas que hacían que ir al gimnasio
fuera innecesario; cantar Norina, Marie, Despina, Adina, Susanna, Zerlina, y
sobre todo, ensayarlas durante 5 semanas cada vez que hacia una nueva
producción, son la mejor tabla de gimnasia jamás concebida, sobre todo si eres
una persona muy activa en la vida y en escena, como yo lo soy. Pietro Spagnoli
me dijo una vez cuando cantó Figaro conmigo, que aquello era como ir al
gimnasio. Lo mismo me han dicho Luca Pisaroni y Alastair Miles.
Todos esos personajes
necesitan, además, una interpretación (bajo mi modesto punto de vista) muy
extrovertida. En algunos de ellos a mi me ha parecido necesario incluso ponerme a correr.
¿Y como se corre mientras se canta? Pues como se consigue todo: practicando. Yo
siempre canto en los ensayos, pero si la escena es especialmente exigente en
cuanto al movimiento, reacciono como si fuera la función; canto y me muevo
hasta que averigüo cómo hacer para que la voz no se mueva.
La función que más me ha
exigido ha sido siempre Bodas de Fígaro. Entiendo a Susanna como una atleta;
para escapar del Conde debe ser ágil y flexible; para atender a una Condesa despechada
debe tener cien manos y saber correr; para lidiar con Cherubino debe tener
reflejos; para despachar a Basilio debe tener fuerza y para tratar a Fi-Fi-Fígaro debe ser dulce y paciente.
¿Alguna de vosotras se siente identificada? Bueno, yo no, pero sin embargo pienso
que el cantante ha de ser un atleta no solo en la voz, sino también en su físico, debe
ser ágil y flexible para adaptarse a lo que le piden maestro y director de
escena, debe tener cien manos, todas izquierdas, para conjugar lo que una
quiere hacer con lo que se ve obligada a hacer, tener reflejos para conseguir
que el público entienda aunque tu no puedas entender lo que te piden; debe ser
fuerte para resistir planes de ensayos que no están pensados para los cantantes
sino para orquestas y técnicos de escenario y debe ser obligatoriamente dulce
con sus colegas y paciente consigo misma. ¿Alguien se identifica ahora?
Como veis, la voz no lo
es todo. ¿Que tiene que ver la voz con todo lo que he dicho en el párrafo
anterior?
Asi que me han visto
corriendo, saltando, volando, reptando, siendo levantada por los aires, rodando
por el suelo, subiéndome encima de pianos verticales, comiendo a dos carrillos, tirándome al suelo en
plancha en plan ¡Banzaaaai!, escondiéndome en los sitios más inverosímiles, subiéndome
a camas exageradamente altas y muchas cosas más….siempre cantando, claro. Y
encantada de la vida. La mayoría de las veces era idea mia….
Claro, con tanta acción
pasan “cosas”, “imprevistos”, elementos que “desaparecen”, pérdidas de
equilibrio con caída incluida o algo peor, con posturas raras que hacen reir al
público o a los colegas…me he caído un montón de veces, algunas terminando en
el hospital, como una vez en Viena en un ensayo de la Finta Semplice.
Mi especialidad es caer
de culo.
Si.
Solo voy a contar tres
ocasiones, ¿vale? No quiero abusar ni crear la ilusión de que me caigo todas las noches.
En la producción de Bodas
de Fígaro de Jürgen Flimm que se grabó en DVD desde la Ópera de Zürich, tanto
Jürgen como yo desplegamos toda nuestra imaginación. Habíamos hecho ya una
producción en Amsterdam muy divertida y había “gags” que se repetían y otros
que surgieron gracias al nuevo decorado. El set del primer acto era
espectacular: una habitación fea y destartalada con el suelo de parquet todo
levantado y arqueado por la humedad. Mirando desde el público había, a la
derecha, un muro lleno de puertas (que también tienen su anécdota) que daban a
las habitaciones del Conde; en el centro, una puerta por donde se entraba a la
habitación y a la izquierda, aproximadamente a un metro del suelo, la puerta
que llevaba a las habitaciones de la Condesa. En el set había además, una
especie de cosechadora antigua tapada con una sábana, y una escalera en la que
Fígaro estaba subido al principio del acto pintando la pared.
La escalera se colocó
estratégicamente delante de la puerta de la Condesa porque en los ensayos se
vió que no era fácil salir por allí sin ayuda.
La manera de trabajar de
Jürgen es genial, nunca decide por donde entras o sales hasta que no se ha
desarrollado la escena completa, sobre todo si se saltan escenas. Tiene lógica.
Ensayamos mi segunda entrada a escena con un elemento que ya habíamos usado en
Amsterdam: una bandeja descomunal. Jürgen quería ver en aprietos a Susanna con
aquella bandeja enorme y pesada con su tetera, su taza, su azucarero, su plato
con el croissant a medio comer…había mas cosas, pero ya no lo recuerdo bien.
Imaginad que debía salir con aquella tremenda bandeja y bajar por la escalera
de tijera…nada fácil, y muchas risas, pero lo consegui. A los pocos días se
ensayó desde el principio el trozo del primer acto que teníamos ensayado; montaje de la cama, “addio,
addio, Fi, Fi, Figaro bello”, aria de Fígaro “Bravo signor Padrone”, recitativo
y aria de Bartolo… y mi salida con la súper bandeja. Susanne Zahler, la
regidora, me la daba y me abría la puerta desde dentro. Me dispongo a
salir…¡y la escalera no está! Miré a todos los lados y no veía modo de bajar,
pues la escalera estaba, por primera vez, a un buen par de metros de distancia de mi…¡y nadie se había dado
cuenta del detalle! ¡Ni siquiera viéndome de pie en el vano de la puerta!
¿Quién se llevó la escalera? ¿Por qué no paraban la música?
Acostumbrada como estoy a
improvisar en los ensayos (un gran número de directores basan su trabajo en
nuestras improvisaciones) y visto que la música no paraba y tenia que seguir con la escena dejando la
bandeja sobre un balde puesto del revés para pelearme con la Marcellina, que ya
estaba cantando, decidi: me dejé caer de culo con mi bandejota donde mis pies
se habían parado dejando las piernas colgando y luego me escurri con un medio
salto hasta el suelo.
Ruido de culada, grito sofocado mío, loza que choca,
caminar renqueante hasta la nueva posición de la escalera donde dejo atravesada
la bandeja, mano a masajear el culo dolorido y tremenda carcajada de Jürgen
Flimm y de todos los presentes. ¡Por fin se paró el ensayo…! Es Fígaro quien se lleva la escalera…
La cosa
resultó tan cómica que quedó como parte de la “regía”… y ahí me veis caaada
noche dejándome caer de culo porque un día la escalera no estuvo en su sitio.
Creo que hice esa función unas 40 veces… y encima el director de la grabación
no lo pinchó, ¡En el dvd no se ve! ¡Aaaaaarrrrggg!
Pero eso no era todo lo
que pasaba en esa escena, la batalla con Marcellina era campal, jajajajaja,
entre otras lindezas le tiraba una taza de te por la cabeza, (nada de fingirlo, era agua pura y dura) le lanzaba una
escoba para ver si se caía, la obligaba a ayudarme a doblar una sábana
(impelida por el “marujismo” que parece ser que los directores de escena creen
que a todas las mujeres nos asalta al ver una sábana sin doblar), y no contenta
con eso intentaba pintarla con la brocha de fígaro con una pintura azul ideal.
Aquella brocha estaba preparada con un poquito de pintura (un poquito), pero
claro, los técnicos van rodando y un día me pusieron un “muchito” y la pintura
goteó por el suelo…a Marcellina la puse perdida, yo me salpiqué toda la cara
amén del escote y del vestido (azulón, ¿eh?) y cuando corrí a recoger el “contratto
nuzziale” del suelo para pintarlo también y tirárselo a través de la puerta,
resbalé y como no, caí de culo estrepitosamente, de nuevo con gritito incluido,
dolorida y masajeándome la zona mientras cantaba “va la, vecchia arrogante”. El
público no reaccionó mucho, pero entre cajas mis colegas se doblaban en dos de la risa. En la pausa el aguarrás iba de camerino en camerino.
Muchos años después, volví a tener mi percance favorito. Estaba cantando Königskinder de Humperdinck, una ópera maravillosa. En la escena en que los dos adolescentes de la historia se conocen, el hijo del rey pide agua y la chica le enseña a beber de un riachuelo. En nuestra escenografía, no había bosque, ni choza, ni riachuelo.
Königskinder Jonas Kaufmann-Isabel Rey |
Estábamos en un hangar, que casi parecía un gimnasio porque había un par de canastas de baloncesto, y el riachuelo era un lavamanos por el que salía agua de verdad, que estaba pegado al portal. Mi príncipe era Jonas Kaufmann y desde el centro del escenario bien sentado en una banqueta me pedía agua. Yo salía disparada hacia el lavabo, cogía agua entre las manos y corría a llevársela pero se me escurría entre los dedos, y volvía otra vez a buscar más. Después de varias intentonas, divertido, él se acercaba y conseguía beber de mis manos una vez que yo le enseñaba como se hacía.
En una de las funciones resbalé con el agua caída y ¡yess!, caí de culo con las piernas estiradas delante. Vaya, lo que se conoce como un resbalón de libro. Jonas se acercó corriendo a levantarme, muerto de risa, como yo, y no pudimos cantar mucho de ese trocito, ¡jajajajaja!
¡Y esa es mi especialidad! No os preocupéis que si me he de caer, nunca será de boca, ¡jajajajajajaja!
Hasta pronto, mis querid@s lectores, ¡gracias por deteneros en este blog!
Conozco una extraña y poco representada ópera de Menotti que se llama "El combate de boxeo". El escenario es un ring, y solo tiene tres personajes: El tenor y el barítono son los boxeadores y el bajo es el árbitro.
ResponderEliminar¿Se puede hacer más gimnasia?
La próxima vez que pueda viajar a verla a una ópera, no le llevaremos flores, le llevaremos una culera! ;-) Un gusto poder leer los entresijos y anécdotas de las funciones, gracias por el blog Isabel!
ResponderEliminarEl poder improvisar es un pedazo de don, que suerte que lo tengas porque es muy necesario, que buenas las anécdotas, me encanta leer estas cosas, yo de donde mas anécdotas saco siempre son sobre todo de todas las antologías Homenaje a Tamayo que e hecho hasta hoy, pasa de todo!!!, en escena, los cambios rápidos entre cajas, pero donde si pase bochorno fue en una Marina, en el brindis que solo es coro masculino, roque y jorge pues en toda esa escena nos pusieron a dos chicas en plan taberneras pilingis :S y a mi me marcaron irme para roque y luego para jorge y tenían que rechazarme...
ResponderEliminarpues ni el antimujeres de roque me rechazo y con jorge ya pase hasta apuro XD jajajajajaja y yo pensando, que hago? pues me voy con los otros que da menos el cante XD.
una vez mas me encanta tu blog.
un besote!!